martes, 12 de marzo de 2019

Nutrición: Equilibrio Omega 3 / Omega 6


GRASAS O LÍPIDOS

Los lípidos engloban un gran número de sustancias existentes en los reinos animal y vegetal que conocemos con los términos aceites, grasas, ceras y otras denominaciones más complejas.
Los lípidos son indispensables en la alimentación del hombre y de los animales.

 

Los lípidos pueden ser simples o complejos y resultan de la unión de ácidos grasos monocarboxílicos y alcoholes, siendo el alcohol más frecuente la glicerina (triglicéridos).

En el intestino existen las enzimas denominadas lipasas, que catalizan la hidrólisis de las grasas, liberándose los ácidos grasos y la glicerina. En este proceso, de sentido contrario al arriba indicado, intervienen también las sales biliares, producidas por el hígado, que ayudan a la rotura de las grasas en partículas coloidales, en una acción semejante a la que realizan los jabones.

Nuestro organismo emplea la glicerina y los ácidos grasos de tres formas distintas:
            a) reagrupándolos en moléculas más complejas para constituir, entre otros, membranas celulares o tejidos;
            b) consumiéndolos para obtener energía, siendo interesante indicar que liberan 9 kcal/g mientras que los carbohidratos y las proteínas solo producen 4 kcal/g;
            c) acumulándolos, en forma de nuevas moléculas, en el tejido adiposo del organismo.

Las reacciones de los ácidos grasos suelen ser muy selectivas y producir efectos muy diferentes. Las grasas saturadas (grasa de cerdo, manteca, grasas animales, etc.) taponan las arterias mientras que las monoinsaturadas y las poliinsaturadas son más sanas.

Los dos apartados siguientes ponen de manifiesto la extraordinaria importancia que las grasas tienen en nuestra salud: el cerebro y las membranas celulares.

 

EL CEREBRO

Durante mucho tiempo se pensó que la estructura y número de neuronas del cerebro no se modificaba una vez llegado a la edad adulta. Hoy se sabe que tanto la meditación, como la alimentación, pueden modificar funcional y estructuralmente el cerebro.

Mientras nuestro cuerpo está constituido esencialmente de proteínas y sales minerales conformando músculos y esqueleto, el cerebro es, en un 60 %, materia grasa altamente especializada.

La mielina (75% grasa) que reviste las terminaciones nerviosas es el elemento aislante que permite la transmisión de los estímulos eléctricos.

El cerebro tiene demandas nutricionales muy altas de ciertas grasas: Estas deben consumirse en la dieta, ya que el organismo no las puede sintetizar y la composición estructural de grasa del cerebro dependerá de la calidad de la grasa que se ingiera.

El cerebro tiene la propiedad de establecer nuevas conexiones conforme ocurren nuevas experiencias. Como un árbol que se va ramificando, se va determinando la capacidad del cerebro para integrarse en sus complejas funciones. Estos contactos entre neuronas se hacen por medio de sinapsis o enchufes de contacto.

Contrario a lo que se cree comúnmente, un mayor grado de inteligencia no está determinado por el número de neuronas, sino por el número de sinapsis nerviosas. Aquí nuevamente los ácidos grasos juegan un rol crítico, debido a que las membranas de las neuronas que se contactan en las sinapsis están formadas de altas concentraciones de ácidos grasos esenciales de cadena larga. Estos ácidos esenciales son el ácido docosahexaenoico (ADH) w-3 y el ácido araquidónico (AA) w-6.


Las concentraciones de estos dos ácidos esenciales son mucho más altas en el cerebro que en cualquier otra parte del organismo.

Si hubiese deficiencia de estos ácidos, las neuronas no se podrían conectar con eficiencia; tendríamos una atrofia de la neurona e inclusive la muerte de la célula. Las deficiencias de ácidos grasos esenciales, debido a su rol en el desarrollo cerebral, pueden ocasionar daños permanentes en el aprendizaje. Debido a que la dieta suministra muchas más fuentes de omega-6, incluso directamente el propio ácido araquidónico (carnes y yema de huevo), es preciso prestar especial atención a la potenciación de las fuentes de omega 3 (salmón, aceite de lino, semillas de chía, aceite de cáñamo, nueces, lechuga y espinacas crudas).

Estos ácidos grasos se concentran particularmente en los conos de crecimiento axonal y en las vesículas sinápticas por lo cual tienen gran relevancia en la formación del impulso eléctrico y en la movilización de las vesículas que contienen los neurotransmisores. Algo similar ocurre en la formación del tejido visual, el cual es una derivación del tejido nervioso. Las membranas externas de los conos y de los bastoncitos de la retina acumulan una gran cantidad de ácidos grasos poliinsaturados, especialmente del w-3 ADH. La fluidez de estas membranas es esencial para el proceso de transducción de la señal lumínica y su conversión en una señal eléctrica, la que posteriormente se procesa en el cerebro.

Los neurotransmisores no son grasas; por lo general, son proteínas, aminoácidos especializados, pero dependen de las grasas para poder trasmitir en el lugar preciso. Las grasas forman las redes de comunicación, mientras que las proteínas son los agentes de comunicación.


MEMBRANAS CELULARES




Siendo el cuerpo humano formado mayoritariamente por agua, establecer diferencias en su interior implica el uso de las grasas. Así, para que una célula pueda diferenciarse de su entorno precisa establecer una barrera que la delimite.


Las grasas puras repelen el agua, por lo que una membrana exclusivamente formada por grasas puras no facilitaría la comunicación de la célula con el exterior. Los fosfolípidos constituyen la solución al problema de la separación y la comunicación. Están formados por triglicéridos que han perdido un ácido graso en detrimento de una molécula de ácido fosfórico. Es este ácido el que ejerce una fuerza atractiva con el agua permitiendo el contacto de esta con la membrana. La parte interior de la membrana está formada por las moléculas de ácidos grasos y moléculas de colesterol intercaladas para evitar la compactación excesiva de estos.


Estructuras más complejas también forman parte de la membrana interviniendo en los procesos de transferencia de sustancias del exterior al interior y del interior al exterior. A su vez, cualquier diferenciación en el interior de la célula implica la formación y existencia de una membrana. De aquí que la proporción de grasa existente en el cuerpo humano pueda superar fácilmente a la de proteína.


Las estructuras más sobresalientes en la membrana son las siguientes:


Canales de iones: Permiten el paso de determinados iones en función de su tamaño y carga.


La bomba sodio-potasio: Tres sodios salen de la célula y dos potasios entran. En el proceso se libera una molécula de ATP.


Transportadores de proteínas: Conducen proteínas al interior de la célula.


Receptores proteínicos: Captan hormonas mensajeras y transmiten información a la célula que permite la modificación de la permeabilidad de la membrana o estimulan la formación de enzimas.


Para facilitar el enganche de los diversos tipos de sustancias, las membranas celulares no solo están constituidas de fosfolípidos, incorporan en su estructura glucolípidos, glucoproteínas y lipoproteínas. 



 Si los fosfolípidos presentan una concentración alta en ácidos grasos saturados o en grasas trans la membrana puede resultar poco flexible. Se hace necesaria la presencia de ácidos grasos insaturados que con su forma angulada (120º por cada doble enlace) permiten una mayor movilidad. Además, y más importante, es que en las membranas celulares es donde deben situarse los ácidos grasos esenciales, el linoleico (omega 6) y el alfalinolénico (omega 3), que son los precursores de los eicosanoides que todas las células del organismo precisan para regular adecuadamente sus funciones.


La fuente de la salud depende del adecuado equilibrio entre los productos finales del metabolismo de los ácidos grasos omega.

 


  ÁCIDOS GRASOS SATURADOS E INSATURADOS

En los ácidos grasos llamados saturados no hay dobles enlaces entre los átomos de carbono, todo son enlaces sencillos. Cuando existe un solo enlace doble se llaman monoinsaturados, como el oleico; con más de un enlace doble se denominan poliinsaturados, como el linoleico (2), el linolénico (3) o el araquidónico (4).

A temperatura ambiente las grasas son sólidas y los aceites líquidos. Las estructuras moleculares son semejantes en ambas sustancias, pero la existencia de dobles enlaces hace menos lineal la forma molecular lo que disminuye las atracciones intermoleculares, facilitando la disminución del punto de fusión. Los aceites vegetales contienen en su mayoría ácidos grasos insaturados. Las grasas animales son ricas en ácidos grasos saturados.

 Los ácidos grasos saturados se encuentran en todas las grasas y aceites. Que un aceite sea considerado monoinsaturado depende de la proporción, en su composición, de ácido oleico.

En general, todo aceite es mezcla de ácidos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados. El aceite de oliva es el de más alto contenido en ácido graso monoinsaturado. Componentes existentes en el aceite de oliva realizan entre otras, las siguientes funciones: estimulan la producción de bilis; propician la producción de enzimas digestivas en el páncreas; reducen la concentración de las lipoproteínas de baja densidad LDL, que transportan los productos derivados de las grasas del hígado hacia su almacén (como grasas de engorde) a las células; mantienen la concentración del HDL, que realiza una función opuesta, llevando la grasa de las células al hígado, para su transformación en energía.

 

Los aceites poliinsaturados, conocidos como w-6 y w-3, tienen una gran importancia en la salud, ya que, si están en la dieta en cantidades y proporciones adecuadas, generan la aparición de hormonas de vida corta que ejercen una poderosa influencia sobre múltiples aspectos de nuestro comportamiento vital.
Aceites insaturados de difícil consumo pueden transformarse en saturados hidrogenando los dobles enlaces, constituyendo margarinas sólidas.

Relacionado con el metabolismo de las grasas está el colesterol. Los productos de la transformación de los triglicéridos son transportados por las lipoproteínas, bien desde el hígado a las células (VLDL ó LDL) para ser acumuladas, bien de las células al hígado (HDL) para ser consumidas. Nivel alto de lipoproteínas de baja densidad (VLDL y LDL), es indicador de riesgo de problemas cardiovasculares. Nivel alto, dentro de ciertos parámetros, de lipoproteínas de alta densidad (HDL), marca bajo riesgo de infarto, trombosis o arterioesclerosis.  

 

 

GRASAS  "TRANS"
Las grasas realmente nocivas para la salud son las denominadas "trans."

Los dobles enlaces dan lugar a un tipo de isomería denominado Cis-Trans. En la isomería Cis, las dos partes de la molécula en que el doble enlace las divide, están del mismo lado, formando un ángulo de 120º. Cuando se encuentran en diferente lado, se tiene el isómero Trans y la molécula es rectilínea, presentando entonces, mayor tendencia a la solidificación. Los ácidos grasos esenciales son todos isómeros Cis.
En la industria, para aprovechar aceites vegetales insaturados de baja calidad o sabor, se les hidrogena parcialmente para producir grasas más sólidas, más plásticas o más estables. En este proceso se generan distintos isómeros en Cis y en Trans. Los isómeros Trans se comportan como los saturados elevando el punto de fusión, transformando aceites líquidos en grasas sólidas que dan lugar a las margarinas.
El problema real que presentan las grasas “trans” de origen industrial, es que no vienen acompañadas de la correspondiente enzima que permita su transformación y el organismo tampoco la genera. Así, cuando la célula muere, la grasa permanece en el organismo sin reciclarse, constituyendo la obesidad mórbida.
Las grasas "trans" son responsables de:
                        a) el aumento del colesterol, reduciendo el HDL y aumentando el LDL;
                        b) problemas cardiovasculares;
                        c) disminuir la eficacia de la insulina;
                        d) bloquear la recepción de ácidos grasos esenciales en las membranas celulares;
                        e) el aumento de peso al transformarse los azúcares y las féculas refinadas en grasas saturadas;
                        f) la inhibición de la acción de las enzimas delta-5 y delta-6 desaturasa;
                        g) desarrollo del cáncer y  obesidad mórbida                                                                                                                                      
Se encuentran principalmente en la comida prefabricada, la bollería y las margarinas.

ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES Y NO ESENCIALES

El organismo puede transformar algunos ácidos grasos en otros. Un ácido graso es esencial, cuando su ausencia de la dieta ocasiona deficiencias orgánicas. Solo hay dos grasos realmente esenciales: el ácido alfa-linolénico (precursor de la serie omega 3) y el linoleico (precursor de la serie omega 6),

Se conoce como vitamina F al conjunto formado por los cinco ácidos siguientes: ácido linoleico (precursor de la serie w-6), ácido alfalinolénico (precursor de la serie w-3), ácido gammalinolénico, ácido dihomogammalinolénico y ácido araquidónico. El organismo puede fabricar estos tres últimos si cuenta con los dos primeros y se dan las condiciones adecuadas. No puede hacerlo si carece del ácido linoleico.

Los ácidos grasos esenciales son importantes por estar relacionados con:         

a) la formación, como precursores, de los diversos eicosanoides: prostaglandinas, tromboxanos, leucotrienos y prostaciclinas;
b) la modulación del sistema inmunológico;
c) la formación de las membranas celulares y de los fosfolípidos;
d) la alimentación en la fase de recuperación de quemados;
e) la regulación de todo el sistema hormonal;
f) la salud del cerebro y de la vista;
g) el funcionamiento de todo el sistema nervioso.
 

ÁCIDOS GRASOS OMEGA
Sabemos que a es la primera letra del alfabeto griego y w la última. La distancia, medida en número de enlaces de carbonos, que hay entre el último grupo metilo y el doble enlace más próximo a éste, indica el tipo de ácido graso omega.

Así, observando el cuadro de ácidos grasos omega, podemos decir que el ácido oleico es un w-9, el linoleico un w-6 y el linolénico un w-3.
Los aceites ricos en omega-6 como girasol y maíz, muy utilizados en restaurantes, son muy frágiles a la luz, a la temperatura y al oxígeno. Al freír, su estructura molecular cambia, dando lugar a radicales libres y toxinas, que los hacen no comestibles.
La deficiencia de los w-6 implica retardo en el crecimiento, dermatitis; la deficiencia de w-3, también produce dermatitis y alteraciones en las respuestas inmunológicas y neurológicas. El exceso de los w-6 favorece el crecimiento tumoral y los problemas cardiacos; el leve exceso de omega-3 mejora la respuesta celular.
La dermatitis seborreica, la despigmentación de la piel, la caída del cabello, son ejemplos de problemas causados por la deficiencia de los ácidos grasos o la rotura del equilibrio entre omegas 6 y 3.
 Atendiendo al metabolismo de los ácidos grasos esenciales de las series omega las
investigaciones científicas
han puesto de manifiesto que
:
            a) el ácido linoleico LA (w-6) da lugar al ácido graso esencial activado g-linolénico (w-6),
precursor del ácido araquidónico AA (w-6);

            b) el ácido araquidónico AA es precursor de los eicosanoides
2-tromboxano, 2-prostaglandinas y 4-leucotrienos;

            c) el ácido
a-linolénico ALA (w-3), transformado en EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico) es precursor de los eicosanoides 3-prostaglandinas y 5-leucotrienos. Estos mediadores compiten e inhiben la familia correspondiente de omega-6;

            d) los ácidos grasos omega-3 compiten por las enzimas envueltas en el metabolismo del ácido araquidónico y los eicosanoides correspondientes;
           
            e) en ausencia de los w-6, el ácido oleico w-9 se transforma en el ácido eicosatrienoico w-9;

            f) los ácidos grasos esenciales dependen de la carnitina
para sufrir la oxidación en el interior de la mitocondria;

            g) los ácidos grasos libres se unen a la albúmina para el transporte plasmático;

            h) bajo la forma de triglicéridos de cadena larga son hidrolizados por la enzima lipoproteína-lipasa;

            i) del equilibrio entre los eicosanoides originados por los ácidos grasos
w-6 y w-3,
dependerá la eficacia del sistema inmunitario;

            j) niveles altos de insulina reducen la liberación de ácidos grasos del tejido adiposo;
k) en presencia de dietas ricas en aceites de pescado
las plaquetas no pueden producir tromboxanos suficientes para mantener su agregación.

La dieta exenta totalmente de grasas, en tan solo unos pocos días, pone de manifiesto, entre otros, problemas como dificultad de cicatrización de heridas, descamación de la piel, caída de cabello, o mayor sensibilidad a las infecciones.

EICOSANOIDES

El término eicosanoide hace alusión a compuestos de 20 átomos de carbono, de aquí su nombre, que tienen como precursores los dos ácidos grasos esenciales, es decir, el ácido linoleico, un omega 6 y el ácido alfa-linolénico, un omega 3.

Los eicosanoides son superhormonas de los sistemas paracrino y autocrino que están considerados como los agentes biológicos más poderosos que se conocen. El sistema paracrino actúa a corta distancia: el mensaje hormonal va de una célula emisora a otra célula receptora. Las hormonas de este sistema no precisan como medio de comunicación el torrente sanguíneo y tienen una actuación breve. El sistema autocrino actúa en las propias células, que son a la vez, emisoras y receptoras de la propia hormona. Las hormonas de los sistemas paracrino y autocrino poseen una poderosa acción fisiológica y consiguen sus efectos en unos pocos segundos utilizando concentraciones mucho más bajas que las hormonas del sistema endocrino.

Los eicosanoides se clasifican en dos grupos antagonistas: las series pares y las series impares. A cada eicosanoide le corresponde su par antagonista, que ejerce un efecto contrario a su par.

En el cuadro siguiente se esquematiza simplificadamente el origen de cada serie.
 

El proceso de formación de los distintos eicosanoides implica diversas etapas que están influenciadas por múltiples circunstancias.
En el cuadro general que sigue, se pueden observar las distintas etapas y las distintas enzimas que intervienen, primero con un incremento de la insaturación en las moléculas de ácidos grasos, es decir, en el número de dobles enlaces, y después en su alargamiento, aumentando el número de átomos de carbono de las moléculas.
Diversos factores externos, entre los que destaca la presencia de insulina, pueden comprometer la formación y el equilibrio de los eicosanoides. 

Veamos con detalle todo el proceso que lleva desde el inicio, con los ácidos grasos esenciales, hasta el final, con la formación de los distintos eicosanoides. En la primera etapa partimos de los dos ácidos esenciales y del ácido oleico (w-9). En el cuadro anterior se sitúan en la primera línea los dos ácidos esenciales junto con el ácido oleico (componente mayoritario del aceite de oliva).  

PRIMERA ETAPA
 

Aunque las enzimas son específicas de cada reacción, en este caso, debido a la presencia en los tres ácidos de enlaces dobles, los tres compiten por las mismas enzimas. Esto quiere decir que si uno de ellos se encuentra en mayor proporción (lo que puede suceder si nos excedemos con el aceite de oliva), los otros dos verán restringida su actuación. Es, por tanto, necesario mantener el adecuado equilibrio entre estos tres componentes para conseguir generar una familia de eicosanoides equilibrada.
Para avanzar en el proceso, la enzima d-6-desaturasa debe estar bien activa. En los bebés, la enzima no está activa durante los primeros seis meses. La leche materna suministra directamente el producto que se derivaría del ácido linoleico, el ácido gamma-linolénico (w-6). En las personas jóvenes la enzima está bien activa, pero a partir de los 30 años la actividad disminuye, siendo de solo 1/3 a los 65 años. Otros factores externos pueden alterar y disminuir la eficacia de la enzima:
LA ACTIVIDAD DE LA ENZIMA SE VE DISMINUIDA POR:
La presencia de insulina:
Una comida rica en carbohidratos de alto índice glucémico provocará la respuesta hormonal del páncreas generando un pico de insulina.
Aspirina:
El efecto beneficioso de la aspirina se debe a que al bloquearse el primer paso se reduce o anula la formación de los eicosanoides nocivos que estaban generando la dolencia. Pero tampoco se generarán los eicosanoides favorables.
Competencias externas:
Será una competencia por la enzima todo ácido graso que posea algún doble enlace, como el ácido oleico o las grasas trans.
Enfermedades:
Especialmente las víricas
Estrés:
Es especialmente importante la influencia del estrés ya que debilita el sistema inmunitario, libera adrenalina disminuyendo la acción de la enzima y libera cortisol, que eleva el nivel de insulina.
Deficiencia de Mg, Zn y Vitamina B6 :
La deficiencia en estos componentes afecta la eficacia de la enzima.
Bajo la acción de la enzima, el ALA (18:3) (18 átomos de carbono y 3 enlaces dobles) se transforma en el ácido estearidónico SDA (18:4); el AL (18:2) en el AGL (18:3) y el AO (18:1) en el (18:2).
Los productos de esta primera etapa, que han incrementado en uno, el número de dobles enlaces, se enfrentan a una segunda etapa que transcurre rápidamente. Una enzima, denominada elongasa, produce el alargamiento de las cadenas carbonadas en dos átomos de carbono. Así, el (18:4) se transforma en el (20:4), el (18:3) en el (20:3) y el (18:2) en (20:2). La siguiente etapa vuelve a cobrar importancia.
TERCERA ETAPA


Los productos de la etapa anterior vuelven a competir por una encima, la d-5-desaturasa, que como su homóloga anterior incrementará en uno el número de dobles enlaces. También se ve afectada por factores externos siendo activada por la presencia de insulina y amortiguada por la presencia de glucagón.

Si en la etapa anterior era interesante que la encima estuviera bien activa, ahora resulta todo lo contrario. Una actividad fuerte conduciría a la formación de eicosanoides de las series pares que, en su exceso, resultarían nocivos para la salud. Una vez más, la insulina no trae buenas noticias. De aquí, la importancia de mantener la insulina bajo control con el adecuado equilibrio entre proteínas y carbohidratos.



Así, en condiciones favorables el ácido w-3 (20:4) dará lugar al ácido eicosapentaenoico EPA (20:5). El ácido ADGL (20:3), un w-6, puede dar lugar a dos productos muy diferentes: por una parte, si la enzima no está muy activa producirá la Prostaglandina PG1 , cuyas beneficiosas propiedades se detallan en cuadro adjunto; por otra, si está muy activa, el producto será el ácido araquidónico AA (20:4), del cual se derivan los eicosanoides, cuyo exceso es nocivo, de las series pares.

Bajo la acción de diversos tipos de enzimas el EPA produce eicosanoides de series impares y el ácido ADH (22:6), de gran importancia para la salud cerebral y el sentido de la vista.
 
A diferencia de las hormonas ordinarias, que son bastante estables y se sintetizan en una glándula endocrina determinada, los eicosanoides son muy inestables, de vida muy corta y su síntesis tiene lugar prácticamente en todos los tejidos del organismo.

Son fabricados por todas las células del cuerpo humano, controlan los sistemas hormonales y todas las funciones fisiológicas vitales: sistema cardiovascular, sistema inmunitario y sistema nervioso central, En esencia, son los responsables directos de mantenernos sanos o enfermos.
La esperanza de vida de los eicosanoides es tan solo de segundos y no se transmiten a través del aparato circulatorio.
Aunque los eicosanoides constituyen, como se sabe hoy, el primer sistema de control hormonal que crearon los organismos vivos, no fueron descubiertos hasta 1936, aislados a partir de la próstata: de aquí el nombre de prostaglandinas.
En los años setenta se descubre otra familia de eicosanoides, los leucotrienos, encontrados en los leucocitos y relacionados con problemas bronquiales y alergias. A continuación, aparecieron las prostaciclinas y los tromboxanos, relacionados con las enfermedades cardiacas.
En 1982 se concedió el Nobel de Medicina por las investigaciones sobre los eicosanoides. Aparecen en la década de los ochenta las lipoxinas y los ácidos grasos hidroxilados que influyen en los procesos inflamatorios y en la regulación del sistema inmunitario.
La diversidad de eicosanoides es grande, por ello se clasifican atendiendo al tipo de enzima que interviene en su síntesis. Por la acción de la ciclooxigenasa se obtienen las prostaciclinas, las prostaglandinas y los tromboxanos. Por la acción de la lipooxigenasa, aparecen los leucotrienos y los ácidos grasos hidroxi.
Los eicosanoides actúan a nivel celular, conectando y desconectando las células, segundo a segundo y regulando con efectos poderosos las funciones celulares.
Igual que insulina y glucagón tienen efectos antagonistas, los eicosanoides también actúan formando ejes. Cuando se encuentran en el equilibrio adecuado, nuestra salud se vuelve óptima. Fuera del equilibrio surge la enfermedad.
Igual que se escucha hablar del colesterol bueno y del colesterol malo, aunque no muy correctamente, también se clasifica a los eicosanoides de esta manera. Si consideramos la acción plaquetaria de la sangre, los eicosanoides considerados buenos son los que no favorecen la agregación plaquetaria, es decir, impiden que se formen coágulos de sangre que podrían afectar al sistema circulatorio; por contra, los eicosanoides considerados malos, en este caso, serían aquellos que si promueven esa agregación. Serían, sin embargo, muy convenientes en el caso de sufrir una herida sangrante. Ambos deben coexistir en cierto equilibrio de tal forma que no formen coágulos y no nos desangremos a la primera herida.
Después de la concesión del Nobel del año 1982, comenzó a conocerse la relación directa entre el estado de enfermedad y el desequilibrio entre eicosanoides buenos y nocivos. Por ejemplo, la hormona del crecimiento, citada con anterioridad, se libera con más facilidad cuando abundan los eicosanoides buenos, de tal forma que, por una parte, la persona duerme menos y se recupera mejor y por otra, durante el ejercicio anaeróbico, permite una combustión más rápida de las grasas, con una mayor disposición de energía y un aumento del rendimiento físico. La hormona del crecimiento es la hormona con mayor poder de combustión de grasas.
Una dieta rica en hidratos de carbono genera insulina en exceso, lo que orienta la formación de eicosanoides hacia los eicosanoides desfavorables, rompiendo la situación de equilibrio óptimo. Estos eicosanoides, generados en presencia de la insulina, son los responsables del bloqueo del metabolismo de las grasas, del depósito de colesterol y del debilitamiento del sistema inmunitario, entre otros.
Para alcanzar el adecuado equilibrio Omega-3, Omega-6 y Omega-9, en primer lugar, debemos prestar especial atención a las fuentes de omega 3, que son escasas y siempre deberán estar presentes; en segundo lugar, no debemos abusar del aceite de oliva virgen extra, para no comprometer la cantidad disponible de enzima y, en tercer lugar, vigilar la cantidad de omega 6, siempre más abundante, para que no sobrepase la proporción de 4 a 1 a su favor.
 

EL EQUILIBRIO OMEGA 3 – OMEGA 6 - OMEGA 9
La proporción de ácidos grasos w-6 y w-3, a tenor de las investigaciones, debe estar en torno a 2:1.
 Como la abundancia de w-6 es mucho mayor que la de w-3:
1)    debemos prestar especial atención al consumo de fuentes de w-3;
2)   procurar no suplementar la comida absolutamente nada en w-6 y
3)     no abusar del consumo de aceite de oliva.

En el aceite de cáñamo la proporción de Omega 6 a Omega 3 es de 3 a 1; además contiene Omega 9, y en menor proporción, ácido Gamma-linolénico (AGL), ácido Docosahexaenoico (ADH) y ácido Araquidónico (AA), lo que hacen de él, una excelente fuente de grasas esenciales. 


FUENTES
GRASAS “TRANS”:
Comida preparada; bollería; helados; pasteles; galletas; palomitas de maíz; margarinas; pizzas y galletas de chocolate, principalmente.

 
GRASAS SATURADAS:
Mismos productos que las grasas trans; tocino; carne grasa; leche entera y derivados, especialmente en los quesos y la mantequilla; aceite de coco; aceite de palma (dendé); manteca de cacao; anacardos.


GRASAS INSATURADAS (OMEGA-9):
Aceite de oliva; aceite de canola; aceite de cáñamo; olivas;
macadamia; almendras; aguacate.


Omega 3 (ALA):
Aceite de lino; semillas de chía; atún; trucha; sardinas; espinacas; nueces y avellanas; salmón (EPA); aceite de cáñamo y semillas de cáñamo molidas; lechuga y rúcula.



Omega 6 (AL):
Aceite y semillas de girasol; aceite y semillas de sésamo; aceites de soja y maíz; aceite de oliva; aceite de cáñamo; carnes y yema de huevo (AA); pipas de calabaza; quinoa; nuez; almendras; pistachos; avellanas; semillas de cáñamo molidas; lecitina de soja.




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