domingo, 8 de mayo de 2016

LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA ALIMENTACIÓN YÓGUICA



 

 

 

 

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

 DE LA

ALIMENTACIÓN YÓGUICA

 BASADOS EN LAS ENSEÑANZAS DE

 PARAMHANSA YOGANANDA

 

                                                         Kalyan Recio


(En  azul, las recomendaciones de Yogananda; en negro, notas adicionales del autor)

 

1.      Bebe en la mañana agua cálida con zumo de limón.
No bebas agua, leche u otros líquidos durante las comidas.
Bebe media hora antes o dos horas después.
La leche puede beberse como tentempié entre comidas y siempre sola.
Beber mucha agua y jugos de frutas (mezclados con almendras molidas) ayuda a mantener el cuerpo libre de enfermedades; pero no beber durante las comidas.
Mastica lentamente.

Debemos beber mucha agua ya que, esencialmente, somos agua. El 70% de nuestro peso es agua. La generación de saliva y de jugos gástricos, la transpiración y la orina obligan constantemente a reponer agua.
Un vaso de agua (que no esté fría) con un poco de zumo de limón, como primera bebida del día en la mañana, recorre rápido el sistema digestivo efectuando una labor de limpieza y ejerciendo un efecto alcalinizante en el organismo.
Beber abundantemente durante la comida puede dificultar la formación del bolo alimenticio y diluir las enzimas digestivas de la boca y del estómago, retardando la digestión.
Saborea y mastica lentamente hasta que el alimento esté bien triturado e impregnado de abundante saliva. Cuanto más pequeñas sean las partículas, mayor superficie presentarán y más fácil será el ataque de las enzimas digestivas. En la boca, gracias a la enzima amilasa, se inicia la digestión de los almidones, que continúa y se desarrolla en el estómago hasta que se inhibe por la elevación de la acidez gástrica. Cuando el bolo alimenticio pasa al estómago se mezcla con el jugo gástrico, que está formado por ácido clorhídrico, moco, enzimas digestivas y una glicoproteína llamada factor intrínseco.
Hace falta un elevado grado de acidez para que se active la pepsina, enzima que ayuda en la digestión de las proteínas. Si bebemos al comer, se diluye la mezcla necesitando una mayor secreción de ácido y un mayor tiempo de digestión (paso al intestino). Por otra parte, el poder bactericida depende de la concentración de ácido, de forma que, cuanto más diluido esté, menor será su poder bactericida.          
Cuando tomamos un alimento no adecuado al grupo sanguíneo, los efectos perjudiciales se ven altamente disminuidos si la concentración de jugo gástrico (ácido clorhídrico) es elevada.  Al beber, se diluye el ácido y el efecto de hinchazón que ocasionan los alimentos no adecuados, se hace más acentuado.
La leche natural recién ordeñada y de vaca sana, al contener energía pránica, agua, proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y sales minerales, es un alimento completo.

2.      Las frutas y verduras frescas, tomadas preferentemente crudas y en abundancia, son vitales para la salud.  
Los jugos de frutas y verduras frescas ejercen un beneficioso efecto sobre el organismo.
Las frutas, verduras y nueces son alimentos superiores a la carne.
Las frutas frescas y las verduras suelen tener colores vivos muy atrayentes. Como el cuerpo físico es una condensación de los multicolores rayos de luz del cuerpo astral, el color constituye un aspecto importante en nuestras vidas.
Los alimentos, que son también condensaciones materiales de los vitatrones astrales, manifiestan propiedades que están vinculadas al color.
El Om, la energía creativa vibratoria, que se manifiesta en la meditación en el ojo espiritual, tiene color dorado. Así, las frutas de este color, con sus abundantes vibraciones energéticas (prana) fortalecen los músculos y tejidos y purifican la sangre.
Los alimentos que tienen color blanco en su estado natural son beneficiosos para fortalecer el sistema nervioso al actuar sobre la materia blanca del cerebro.
Los frutos  cuya coloración es violeta, como arándanos, moras, ciruelas o almendras crudas con piel, favorecen el buen funcionamiento de la materia gris del cerebro.
Hace ya más de 60 años que Yogananda profetizó que cada vez sería más valorado el efecto beneficioso del consumo de jugos de frutas y verduras frescas.
Las frutas y verduras frescas (especialmente las hojas verdes) contienen nutrientes de un elevado valor.  A las conocidas propiedades de las verduras como sustancias ricas en clorofila, fibra, enzimas, sales minerales y vitaminas debe añadirse, a la luz de los nuevos descubrimientos, una rica colección de aminoácidos libres y una, no menos importante, fuente de ácidos grasos esenciales.
La clorofila es considerada una sustancia milagrosa ya que, entre otras funciones, parece estar relacionada con: efectos antioxidantes; la mejora del estado de la flora intestinal y de la salud frente a la enfermedad; la disminución del colesterol; la mejora de todo el sistema digestivo y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
El intestino está protegido por una membrana semipermeable. Esta membrana segrega enzimas digestivos que originan las condiciones adecuadas para que los organismos que viven en el intestino puedan realizar sus funciones metabólicas específicas. A través de esta membrana el organismo absorbe los nutrientes que por el circulan y la propia membrana debe impedir el paso de sustancias nocivas. Cuando se inflama la membrana intestinal se alteran las funciones anteriores: no se produce adecuadamente la absorción de nutrientes; proliferan organismos indeseados; el abdomen se ve invadido por sustancias nocivas, levaduras, bacterias o parásitos y finalmente se inflama. Una alimentación equilibrada, rica en fibra, ayuda a mantener el aparato digestivo en excelentes condiciones.
Las fibras pueden ser clasificadas, de acuerdo con su efecto fisiológico, en fibras solubles e insolubles. Los alimentos más ricos en fibra insoluble son las verduras y la mayoría de los granos de cereales integrales, especialmente el salvado de trigo; en fibras solubles destacan las habas, las frutas frescas, vegetales marinos y la avena y cebada principalmente. Las fibras solubles retardan el paso por el estómago y la velocidad de paso por el intestino, mientras que las insolubles parecen acelerar el tránsito intestinal. Todas ellas aumentan el tamaño fecal por la absorción de agua.
Las fibras, de manera general, rebajan el índice glucémico de los carbohidratos, ya que disminuyen la velocidad de absorción de la glucosa en el intestino. Esta acción es más acusada con las fibras insolubles. Además de retardar la absorción de la glucosa, las fibras,  disminuyen la concentración de colesterol y de triglicéridos.
La celulosa no es atacada por las enzimas digestivas, pero sí lo es por los microorganismos en el intestino grueso. Las fibras solubles sufren fermentación parcial en el colon. El metabolismo bacteriano de las fibras produce los ácidos acético, propiónico y butírico que, con su difusión iónica, facilitan la absorción de sodio y potasio. Así pues, las fibras constituyen un sustrato para la formación de ácidos grasos de cadena corta.
Las proteínas complejas animales requieren la rotura de numerosos enlaces peptídicos hasta convertirse en aminoácidos asimilables por el organismo. Parte de las proteínas no se hidroliza y termina constituyendo un elemento tóxico en el organismo. El consumo de vegetales verdes, al suministrar libres los aminoácidos esenciales,  evita este gasto energético superfluo y no genera residuos tóxicos.
Otro aspecto muy importante de las verduras de hoja y de las frutas es que son alimentos altamente alcalinizantes, contribuyendo a contrarrestar el efecto de acidez que los procesos digestivos generan y con ello, a conseguir una perfecta salud corporal.
La presencia abundante de ácidos grasos omega-6 en muchos alimentos y de omega-3 (rúcula, espinacas y lino) y la importancia del equilibrio adecuado entre ellos, hace del consumo de vegetales verdes una necesidad primordial.                                                                                                  
Una forma cómoda de nutrirse de abundantes frutas y vegetales verdes, que se está poniendo de moda, es a través de zumos o licuados verdes. Diariamente, o al menos dos veces por semana, prepara un batido con alguno de los siguientes componentes: un poco de perejil, espinacas, acelgas, apio, zanahoria (con algo de hoja), rúcula, lechuga, aloe vera, remolacha (raíz y hoja), junto con abundante fruta (manzana, pera, naranja) a fin de, mediante la sangre verde, alcalinizar el cuerpo y llenarlo de ricos y completos nutrientes.   
Las enzimas son proteínas que tienen por objeto acelerar los procesos reactivos. Sin enzimas no sería posible la digestión y asimilación de alimentos, ni la formación de las hormonas que regulan el funcionamiento del cuerpo. La cocción destruye las enzimas por lo que la ingesta de alimentos crudos se hace necesaria en la alimentación.

3.      Elimina el azúcar y los alimentos con alto contenido de féculas.
Ingerir un exceso de alimentos ricos en almidón es muy perjudicial para la salud, en especial, aquellos que se han elaborado con harina refinada.
El envenenamiento del colon lo ocasiona el pan blanco.
Elige los cereales integrales frente a los refinados.
Cuando sientas deseo de comer dulces o algo ligero, lo mejor es fruta, que puedes tomar con nueces u otros frutos secos.
Yogananda destaca como algo muy satisfactorio para el paladar, el pan bien tostado de trigo integral recién molido.
Cuando se digieren carbohidratos, la concentración de glucosa en sangre aumenta. Al alcanzar cierto límite, el páncreas segrega insulina que retira la glucosa transformándola en glucógeno, que se acumula en el hígado y los músculos. Al desaparecer la glucosa, sentimos hambre nuevamente y somnolencia (al faltar el alimento en el cerebro). El ejercicio físico conlleva consumo de glucosa, con lo que, si el ritmo al que se genera glucosa es semejante al ritmo con que se consume por la actividad, no aparece el efecto anterior.                
La presencia de insulina en el torrente sanguíneo conlleva, tarde o temprano, problemas de salud.
Las grasas ayudan a metabolizar los carbohidratos más lentamente, ya que el ataque de las enzimas se ve afectado por la mayor dificultad para acceder a las moléculas de carbohidrato.
Es conveniente efectuar una limpieza de colon una vez al año a fin de eliminar las placas que queda  adheridas a las paredes intestinales, que dificultan la absorción de nutrientes y que son fuente de putrefacción, toxinas y parásitos y tomar a continuación alimentos probióticos durante un mes, para repoblar una buena flora intestinal. Los probióticos son microorganismos vivos que, al suministrase en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del individuo.
La riqueza alimenticia de los cereales integrales es muy superior a los refinados. La fibra que acompaña a los cereales integrales y que ha desaparecido en los refinados, desempeña un papel fundamental en el proceso de eliminación de residuos tóxicos del organismo, ralentiza la asimilación de los carbohidratos y mejora las condiciones digestivas. Se considera que una dieta equilibrada en fibra disminuye el riesgo de cáncer de colon.
Los jugos de frutas, mezclados con almendras molidas u otros frutos secos, permiten una mejor asimilación de los nutrientes y suministran al cuerpo todo lo necesario, ya que contienen carbohidratos, proteínas y grasas de buena calidad, y un sin número de sales minerales, enzimas y vitaminas. Pero, más importante aún, es el aporte de energía cósmica vital (prana), que acompaña a todos los alimentos vegetales vivos y que se asimila directamente, sin constituir una carga digestiva para el organismo.
Habiendo tomado exceso de carbohidratos y sintiendo nuevamente apetito, el acompañar la fruta con nueces hace que la grasa y proteína del fruto seco ralentice el metabolismo del carbohidrato y lo compense hormonalmente. Así desaparece el deseo de volver a comer rápidamente.

4.      Toma siempre proteínas, ya que el cuerpo las necesita. Ahora bien, el exceso de proteínas es tan perjudicial como su deficiencia.
No te habitúes a comer proteínas provenientes de la carne, pues generan sustancias tóxicas en el organismo.    

Nuestro cuerpo, aparte de ser esencialmente agua, está compuesto de  proteínas y grasas. El crecimiento y el desgaste celular diarios implican la necesidad de consumir proteínas que contengan los aminoácidos estructurales y especialmente los esenciales.
La hormona antagonista de la insulina es el glucagón. En los periodos interdigestivos, cuando la glucosa escasea, el páncreas libera glucagón para estimular la liberación de glucosa del glucógeno hepático. Los aminoácidos de las proteínas ayudan en este efecto regulador. Así, al tomar carbohidratos junto con proteínas se puede mantener un contenido mayor de glucosa en sangre, que se acusa en un mejor funcionamiento del cerebro y del organismo en general, unido a una ausencia de apetito.
Las fuentes de proteína animal, entre las que se encuentran la carne, el pescado, los huevos, la leche y el queso curado, son alimentos de  alto efecto metabólico ácido y contienen, además grasas saturadas. Las carnes provenientes de animales vienen acompañadas de vibraciones negativas resultado del tipo de vida y alimentación que han llevado y, sobre todo, de la muerte que han recibido. Su metabolismo es lento y constituye una sobrecarga consumiendo  mucha energía vital del organismo. Disminuye profundamente el magnetismo de la persona. La calidad de la leche y de los huevos depende del tipo de vida y alimentación de los animales.    
Yogananda ha dicho que la agresividad del Hemisferio Norte se debe al elevado consumo de carne. Preocupaciones, miedos, ira, violencia, son las tendencias de Occidente. Ser pacífico es el único modo de alcanzar la felicidad. La mayor parte de las enfermedades provienen del consumo de carne.
Las fuentes vegetales de proteínas tradicionales más importantes son las leguminosas, la soja y sus derivados (tofu, miso),  el seitán e innumerables frutos secos (en donde predomina el contenido de grasas). Son menos ácidas que las de origen animal y tienen menor contenido de grasas saturadas. A estas fuentes de proteínas, recientemente, se han incorporado diferentes verduras de hoja (que deben tomarse crudas) ricas en aminoácidos esenciales libres.
Las proteínas, dice Yogananda, son útiles para el desarrollo de la memoria. También dice que las frutas, verduras y nueces son superiores a la carne.
Recientes investigaciones dan la razón a Mahatma Gandhi que afirmaba que los científicos aún no habían descubierto la importancia de numerosas semillas,  hojas  y frutas con respecto a la máxima nutrición de la humanidad. Así, se sabe hoy que en las hojas de numerosos vegetales de los cuales, solo o preferentemente, se consume la raíz, se encuentran aminoácidos esenciales en forma libre, de muy fácil asimilación. Los animales terrestres de mayor peso, resulta que son vegetarianos: elefante, rinoceronte, hipopótamo, búfalo, etc. ¿De dónde sacan la proteína? De las hojas verdes de la verdura de hoja.
Un batido, zumo o licuado elaborado con dos o tres tallos de apio, una o dos zanahorias, un puñado de hojas de espinacas y unas manzanas o peras, además de estar muy apetecible y dejarnos saciados, nutre, alcaliniza y limpia nuestro organismo.
                                               
5        Evita las grasas.
En otro momento, Yoganandaji también dice: “toma proteínas, carbohidratos y grasas”
Un poco de aceite de oliva cada día mantiene sanas las articulaciones.
                                                                             
Consume 60% de frutas y verduras; 20% de hidratos de carbono y 20% de proteínas.

Al decir -evitar las grasas-  nos referimos a la abundancia de grasas saturadas y a las temibles grasas “trans”, que son muy perjudiciales para la salud.
La fuente de la salud física, desde el punto de vista hormonal, depende, entre otros muchos factores,  de la naturaleza y cantidad de grasas que se ingieren. Una ausencia total de grasas podría causar serios trastornos en poco tiempo. Una serie de vitaminas son liposolubles (A, D, E,  K), lo que implica la necesidad de cierta cantidad de grasa en el organismo.
Se necesita un poco de grasa, en una determinada proporción de aceites vegetales w-6 y w-3 y otras circunstancias,  para que el organismo pueda generar las hormonas (eicosanoides) de los sistemas paracrino y autocrino (que permiten la comunicación en el interior de las células y entre células próximas) que sean favorables a la salud. Este equilibrio es delicado y depende de muchos factores.
Hasta hace poco tiempo se consideraba a los pescados azules como única fuente de w-3, por su elevado contenido en el ácido eicosapentaenoico (EPA), con la excepción de las semillas de chía y de lino, ricas en el ácido a-linolénico. Las verduras de hoja han vuelto a darnos una grata noticia: algunas (espinacas, rúcula y lechuga) tienen una concentración de ácidos w-3 superior a su contenido en  w-6;  y tampoco es despreciable el contenido en w-3 que se encuentra en las nueces y, en menor medida, en la manzana o las fresas.  
Las necesidades de w-6 quedan totalmente satisfechas con la ingesta de frutas y verduras frescas, que son ricas en ácido linoleico. Además, el contenido en este ácido w-6 del aceite de oliva, o de girasol, de uso frecuente en las ensaladas, es muy elevado.  No debe abusarse en su uso, ya que es necesaria un cierta proporción entre la cantidad de w-3 y de w-6 para que la generación de eicosanoides favorables sea un hecho. Un exceso de w-6, unido a un consumo elevado de carbohidratos tiene efectos muy nocivos para la salud. La proporción idónea entre w-3 y w-6 no se conoce exactamente, pero se estima que debe estar en torno a 1:2. Es preciso, por tanto, suplementar la ingesta de w-3 mediante el aceite de lino, las semillas de chía y el consumo de nueces. En caso de excederse, es mejor hacerlo siempre a favor de los w-3.
Las grasas saturadas no contienen los componentes citados anteriormente. Son útiles cuando el organismo necesita un elevado aporte de energía, pero su exceso es perjudicial.
Un aporte simultáneo de carbohidratos, proteínas y grasas de buena calidad en cada comida, en las cantidades y proporciones adecuadas, reduce la cantidad de alimento necesario y mejora la efectividad de todo el sistema digestivo. Procura compensar el efecto acidificante de algunos alimentos con el alcalinizante de frutas y verduras.

6.      Evita o elimina en tu dieta los alimentos fritos.
Que algo sepa bien y llene el estómago no es garantía para satisfacer las necesidades corporales.
Al calentar el aceite, las largas cadenas que forman su estructura molecular, se rompen formándose trozos de moléculas que se llaman radicales libres, que son perjudiciales para el organismo determinando un envejecimiento precoz y un deterioro de la salud. El aceite de oliva soporta una fritura, si no se calienta excesivamente. La mayor parte de los demás aceites, ni siquiera eso. Por lo tanto, usar una freidora es disponer de una fábrica de veneno en la propia casa.
Los ácidos grasos que el organismo necesita son muy frágiles, afectándolos incluso la luz, por lo que no permiten el calentamiento. Es necesario, para los aceites, que su obtención haya sido de “extracción en frio” refrigerando el sistema mecánico de obtención del aceite. Mediante calor se obtiene más fácilmente el aceite, pero este aceite refinado no es ya tan bueno para la salud. Debe consumirse aceite de extracción en frio, de oliva, como fuente de omega-9, y especialmente de lino o linaza, rico en omega-3, en botellas pequeñitas que protejan  de la luz. La cantidad de w-3 que se precisa por día es solo de un par de cucharaditas de café, por lo que una botella grande abierta dura mucho y puede estropearse. 

7.      No comas en exceso. Ni demasiado caliente, ni demasiado frio.
Sigue una dieta moderada que contenga todos los elementos que el cuerpo necesita.
Procura hacer dos comidas fuertes al día.
Al atardecer come ligero.

La temperatura del alimento y la bebida ingerida en el cuerpo tiene un efecto sobre el bazo, la batería de la energía, y también sobre otros órganos. Bebidas heladas debilitan el organismo. Tomar alimentos muy calientes quema e inflama el paladar, anula las papilas gustativas, y daña la mucosa gástrica del estómago. El alimento, la bebida, el agua, es conveniente tomarlos a temperatura ambiente o bien, templados.          
Al combinar hidratos de carbono, proteínas y un poco de los aceites esenciales, provenientes de vegetales frescos, el organismo necesita menor cantidad de alimento y se siente mejor, más activo, más inteligente, más feliz, más sano y sin apetencias innecesarias.                                           
Los zumos de frutas (naranja, pera, manzana, etc.), los zumos de verduras (apio, zanahorias, espinacas, acelgas, pepinillos, etc.) acompañados ambos de un puñadito de frutos secos, debido a la enorme cantidad de energía vital (prana) que portan, junto con los nutrientes materiales (carbohidratos, proteínas y grasas de buena calidad, vitaminas, enzimas y sales minerales), constituyen un alimento de valor nutricional insuperable.
Puedes hacer un desayuno y una comida fuertes y, si tienes necesidad de más alimento, ayudarte con algún zumo de fruta y verdura acompañado de unos pocos frutos secos. A veces se confunde el deseo de comer con el de beber. Bebe con frecuencia fuera de las comidas.  Al atardecer, procura tomar el último alimento dos o tres horas antes de acostarte y, en todo caso, algo ligero. Recuerda el dicho “de grandes cenas, están las tumbas llenas”. En la noche, el metabolismo disminuye y el proceso digestivo puede alargarse disminuyendo el tiempo de descanso del hígado y del corazón.
Yogananda anima a usar la fuerza de voluntad para vencer la tentación de tomar tres comidas al día, para evitar que todo el sistema digestivo, células, corazón y nervios tengan que trabajar de manera continua. Da reposo a tu máquina inteligente saltándote cada día o de vez en cuando, bien el desayuno, la comida o la cena. Ahora bien, si has trabajado duro o tienes mucha hambre, tres comidas serán suficientes. El principal abuso del cuerpo consiste en sobrecargarlo de alimento innecesario.
                             
8.      No seas fanático de las dietas.
Equilibra tu dieta y luego olvídala.
Si tienes el antojo de algún alimento que no resulta beneficioso para ti, no seas remilgado y cómelo. Pero no dejes que esta práctica ocasional se convierta en un hábito.
No caigas en la rutina alimenticia, varía los alimentos y combínalos adecuadamente.
Sigue una dieta moderada, recomienda Yogananda, que contenga todo lo que tu cuerpo necesita y no comas más de lo preciso.                              
Comprende bien las razones por las cuales tu dieta es buena. La mente, que debe estar segura de que lo que haces con respecto a la alimentación está bien, influye poderosamente en los resultados.
El cuerpo tiene que ser tu sirviente; si te descuidas, él te hará su esclavo. Ten confianza en el poder de tu mente. Si dudas, repite cada mañana y cada noche, “soy el dueño de mi cuerpo, que me obedecerá sea cual sea la comida que le dé”.
Yogananda recuerda que debes comer para vivir, no vivir para comer. La voracidad es esclava del paladar y enemiga de la digestión, del buen temperamento, y de la salud en general. La voracidad, además, consume el sentido del gusto privando a la persona del disfrute de este sentido.
Distánciate de tu cuerpo diciéndole: “no temas a la muerte, no temas a las enfermedades; yo te cuidaré, te daré alimentos saludables; te llevaré a tomar el sol, a hacer sano ejercicio; en la noche te arroparé y te dejaré descansar; te rodearé de pensamientos amorosos y te abrazaré cuando me funda en un abrazo.
Las hojas verdes comestibles contienen pequeñas cantidades de alcaloides, que actúan como venenos con un efecto estimulante del sistema inmunitario (efecto homeopático) debido a su baja concentración. Pero si el consumo es muy repetitivo se pueden acumular en el organismo cantidades elevadas de ese alcaloide concreto; para evitarlo lo mejor es rotar y variar el tipo de alimentos verdes que tomamos. Seguro que nuestro paladar también agradecerá este cambio.
Para su correcta asimilación cada alimento precisa la acción de unas enzimas digestivas concretas, unas ciertas condiciones de pH y un cierto tiempo. La combinación de alimentos ha de hacerse procurando un mismo tiempo de digestión e idénticas condiciones de reacción. Yogananda recomienda usar una sola clase de proteína en cada comida.

9.      Cada semana debes dedicar un día al ayuno, tomando solo jugo de naranja o frutas.
De igual forma, cada mes, ayuna durante dos o tres días seguidos, tomando solo zumo de naranja.
Premia a todas las células de tu aparato digestivo con un día de descanso dándoles tranquilidad, abundante agua y saludables frutos,  para que puedan reponerse y eliminar las toxinas acumuladas.
Dice Yogananda
           
el ayuno permite el descanso no solo de los distintos y fatigados órganos que constituyen el cuerpo físico, sino también de la fuerza vital. Ésta (la fuerza vital), que se ha identificado con la necesidad de las distintas clases de alimentos (agua, sol, aire, nutrientes), despierta entonces y se vuelve independiente y autosuficiente “. 
La fuerza vital es la fuente de la vida. La estructura del cuerpo astral, pura fuerza vital, es quien orienta el crecimiento y distribución de las células y, al mismo tiempo, quien les suministra la vitalidad. Los alimentos y el poder de la mente (que pueden actuar a favor o en contra) refuerzan o debilitan la energía vital.                                                                           
El ayuno aporta unos resultados físicos y unas recompensas mentales y espirituales que son maravillosos: el espíritu se va liberando de las teóricas necesidades del cuerpo y éste (el cuerpo) olvida gradualmente sus costumbres materiales relativas a comer, dormir, sentir frio o calor, cansarse, etc.
La mente, gracias al ayuno, va desarrollando su poder y comenzando a depender más y más, de él. Al manifestarse ese poder, la fuerza vital se va fortaleciendo, cada vez más, con el flujo de energía que penetra por el bulbo raquídeo y  se va haciendo consciente de que su sustento viene, en realidad, de esa fuente interior y no de los demás elementos externos.
La mente le dice: “tú eres energía pura, conciencia pura” de tal forma que todo aquello que la mente implante en la conciencia de la energía vital, tendrá que manifestarse. Así, con el poder desarrollado de la mente es posible realizar cualquier cosa. Si la mente piensa que el cuerpo va a debilitarse al ayunar, así ocurrirá. Si piensa, soy dueño de mi cuerpo, soy dueño de mi mente, soy una mente poderosa, desarrollará una fuerza extraordinaria.
En el Bhagavad Guita VI:15 se dice “El yogui que mantiene su mente completamente bajo su control y, de esta forma, mantiene su alma absorta en unión con el Espíritu, alcanza la liberación final”.
En San Mateo 4:4 se puede leer cuando el diablo tentó a Jesús en su ayuno incitándole a convertir piedras en panes, lo que le respondió:
Escrito está: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
Consejos para el ayuno:           
a) bebe abundante agua;
b) respira pausadamente 5 minutos cada hora si tienes hambre;                    
c) bebe algún zumo de frutas (naranja) mezclado con algún fruto seco, si es posible, molido;
d) si eres capaz, utiliza kechari mudra;
e) si te sientes débil, refuerza tu cuerpo, mente y espíritu con los ejercicios de energetización.          
                                                           
10.          Bendice la comida. Come cuando estés calmado.
Haz ejercicio regularmente, respira correctamente y toma baños de sol.

Todo lo que crees que es necesario para mantener el cuerpo es una ilusión.
La mente es el poder supremo y
puede generar todo lo que el cuerpo precisa.
Hasta que tomes conciencia de esta verdad, usa el sentido común.
          
Casi todas las tradiciones espirituales tienen el hábito de bendecir los alimentos antes de comer. No es un acto sin valor: bendecir el alimento ofreciéndolo a Dios, es un acto que lo hace más puro, bendito y sáttvico. La oración te ayuda a interiorizarte preparándote para recibir el alimento con la debida atención. El alimento, después de todo, es un don dado para sostener el cuerpo y espiritualizar la mente. Es, por lo tanto, justo recibirlo con amor, alegría y gratitud.
Para el mantenimiento de la buena salud, el ejercicio físico y mental, no es menos importante que la alimentación. El ejercicio regular hace fuerte y más eficiente al corazón, suministra más oxígeno a los músculos y órganos, mejora la digestión y facilita la eliminación de toxinas. Dos tipos de ejercicios son necesarios para la salud perfecta: yoga asanas y ejercicio aeróbico.
Los rayos de sol son fácilmente convertidos en “prana” y tienen el poder de curar enfermedades. Tomar baños de sol (media hora) diariamente, con profunda concentración en la energía y sensación de los rayos, eleva considerablemente el efecto de éstos.
La mayor parte de las personas utiliza solo un 25% de su capacidad pulmonar.                                                                                          
Adquiriendo el hábito de respirar profundamente usando la respiración yóguica completa, la respiración se vuelve más eficaz y la salud mejora. Previene la tuberculosis, los catarros y la bronquitis, mejora la circulación sanguínea, el transporte de oxígeno y de “prana” vital a todas las células, tejidos y órganos, libera del stress, del ansia, miedos y preocupaciones, aplaca la rabia y la irritabilidad y mejora la concentración y la memoria. Mediante el movimiento del diafragma, arriba y abajo, se masajea el estómago, riñones, intestinos, páncreas e hígado, mejorando el funcionamiento de todos estos órganos.        
Cada individuo necesita desarrollar su poder mental de tal forma que sea capaz de actuar correctamente en toda circunstancia: ante un imprevisto cuando pensaba acostarse, cediendo su comida si fuera necesario, prescindiendo de un periodo ganado de descanso, manteniéndose centrado y dispuesto a actuar ante cualquier contingencia.
Con el poder de la mente cualquier cosa es posible. La fuerza vital que sustenta el cuerpo no necesita del alimento. Tu vida y tu cuerpo deben hacerse impenetrables al sufrimiento. Con el ayuno prolongado,  percibirás con plena conciencia que todo es, en esencia, mente.
Si quieres adelgazar, por ejemplo, combina el poder de la mente (piensa que estas delgado), el ejercicio y una dieta adecuada.
Si estas ayunando y piensas que no comer te debilitará, así será. Si, por el contrario, ejerciendo una férrea voluntad piensas que no comer no te debilita en absoluto, desarrollarás una fuerza mental extraordinaria que se manifestará también en el plano físico.
Cuando aprendas, mediante el ayuno consistente, a depender de tu mente, ella se mostrará eficaz en todas las situaciones, ya sea crear bienestar, resolver problemas agudos, solventar situaciones difíciles o enfermedades y, sobre todo, alcanzar la meta suprema de la vida que es encontrar a Dios y fundirse nuevamente en Él.
No olvides que no eres un cuerpo, eres espíritu y eres el amo de tu cuerpo.
Recarga por las mañanas y por las noches tu cuerpo, tu mente y tu espíritu con los ejercicios de energetización.
 Después de muchos años, dice Yogananda, aprendí que la salud se expresa cuando se establece contacto con la Energía Cósmica.

Afirmación:
La buena comida, cualquier alimento, o ninguno, son todos para mí la misma cosa, porque mi cuerpo emana de mi alma, que es incondicionada e inmortal y yo estoy por encima de la comida, del hambre, del deterioro y de la muerte.