domingo, 3 de marzo de 2019

Nutrición: Introducción


  
Afirmación:
La buena comida, cualquier alimento, o ninguno, son todos para mí la misma cosa,
porque mi cuerpo emana de mi alma, que es incondicionada e inmortal y
yo estoy por encima de la comida, del hambre, del deterioro y de la muerte.
                                                                               Paramhansa Yogananda
 

  Bebe en la mañana agua cálida con zumo de limón.
Un vaso de agua (que no esté fría) con un poco de zumo de limón, como primera bebida del día en la mañana, recorre rápido el sistema digestivo efectuando una labor de limpieza y ejerciendo un efecto alcalinizante en el organismo.
Recientes estudios indican que beber agua caliente por la mañana da diversos beneficios: 1) mejora el metabolismo matinal; 2) mejora la digestión de las grasas; 3) ayuda en la eliminación de toxinas; 4) el calor del agua incrementa el flujo sanguíneo; 5) disminuye la formación de mucus.


No bebas agua, leche u otros líquidos, durante las comidas.
Beber abundantemente durante la comida puede dificultar la formación del bolo alimenticio y diluir las enzimas digestivas de la boca y del estómago, retardando la digestión. Además, bebiendo en abundancia durante la comida podríamos atragantarnos con más frecuencia al no formarse adecuadamente el bolo alimenticio, nutrientes macromoleculares como proteínas y féculas tendrían un sabor neutro al no alcanzar adecuadamente las papilas gustativas y el esmalte dental tendría mayor probabilidad de desmineralizarse.
En la boca, gracias a la enzima ptialina, una amilasa, se inicia la digestión de los almidones, que continúa y se desarrolla en el estómago hasta que se inhibe por la elevación de la acidez gástrica. Hace falta un elevado grado de acidez en el estómago para que se active la pepsina, enzima que ayuda en la digestión de las proteínas. Si bebemos al comer, se diluye la mezcla necesitando una mayor secreción de ácido y un mayor tiempo de digestión estomacal (paso al intestino delgado). Por otra parte, el ácido estomacal posee un gran poder bactericida que depende de la concentración de ácido, de forma que, cuanto más diluido esté (al beber), menor será su poder.       
Cuando tomamos un alimento no adecuado al grupo sanguíneo, los efectos perjudiciales se ven altamente disminuidos si la concentración de jugo gástrico (ácido clorhídrico) es elevada.  Al beber, se diluye el ácido y el efecto de hinchazón que ocasiona el rechazo de los alimentos no adecuados, se hace más acentuado.
Sri Yukteswar recomienda beber agua soleada y aireada.

Bebe media hora antes o dos horas después.
La segregación de la saliva y del jugo gástrico implican un elevado consumo de líquido, razón por la cual es conveniente estar adecuadamente hidratado antes de comer. El proceso metabólico de la digestión de proteínas y de almidones también requiere el aporte de agua, lo que se pone de manifiesto con la aparición de sed.
  


Si analizamos la composición de un ser humano y conocemos de que está constituido podremos comprender lo acertado de estos consejos de Paramhansa Yogananda.

Beber mucha agua y jugos de frutas (mezclados con almendras molidas) ayuda a mantener el cuerpo libre de enfermedades.
Como puede observarse, el agua es el componente mayoritario en el cuerpo humano. De aquí es fácil deducir la importancia que debe tener la ingesta de líquidos, especialmente agua, para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Debemos beber mucha agua ya que, esencialmente, somos agua. Más de la mitad de nuestro peso es agua. La generación de saliva y de jugos gástricos, la transpiración y la orina, obligan constantemente a reponer agua.
Los siguientes componentes mayoritarios son las grasas y las proteínas. El equilibrio insulina-glucagón y el manejo adecuado de los equilibrios entre ácidos grasos omega-3, omega-6 y omega-9 pondrá permitirnos seleccionar y regular la ingesta de estos macronutrientes.
Las almendras y otros frutos secos son ricos en grasas saludables y proteínas; los jugos de frutas dulces son ricos en carbohidratos y vitaminas, por esa razón los jugos de frutas mezclados con frutos secos constituyen un alimento completo.

La leche puede beberse como tentempié entre comidas y siempre sola.
Si se analiza la composición de la leche, puede verse que, por si sola, constituye un alimento completo ya que es rica en carbohidratos, grasas, proteínas, sales minerales y vitaminas. Naturalmente, estamos hablando de leche procedente de una vaca de vida saludable. Además, bebida recién ordeñada, suministra una importante fuente adicional de energía vital o prana.
La leche uperizada, que ha sido sometida a un chorro de presión, no es aconsejable debido a la formación de minúsculas gotitas de grasa en suspensión, que podrían atravesar las paredes del intestino si este se encuentra algo inflamado.
Mastica lentamente.
Saborea y mastica lentamente hasta que el alimento esté bien triturado e impregnado de abundante saliva. Cuanto más pequeñas sean las partículas, mayor superficie presentarán y más fácil será el ataque de las enzimas digestivas. En la boca, gracias a la enzima amilasa, se inicia la digestión de los almidones, que continúa y se desarrolla en el estómago hasta que se inhibe por la elevación de la acidez gástrica. Cuando el bolo alimenticio pasa al estómago se mezcla con el jugo gástrico, que está formado por ácido clorhídrico, moco, enzimas digestivas y una glicoproteína llamada factor intrínseco. 

DIGESTIÓN BUCAL
El tubo digestivo comienza en la boca. En la parte superior de la boca, el hueso palatino da consistencia al paladar duro que se hace blando en la parte posterior, con la úvula o campanilla al final. La úvula se eleva de forma refleja cuando deglutimos, facilitando el paso del bolo alimenticio e impidiendo que se introduzca en las fosas nasales.  La lengua contiene las papilas gustativas y participa activamente, junto con la saliva, en la formación del bolo alimenticio.
Los dientes y la saliva ayudan a descomponer los alimentos para ser digeridos. La saliva está formada por agua, sales minerales disueltas en ella (iones Na+, K+, Ca2+, PO43-, Cl- y HCO3- principalmente), mucina, amilasa salival o ptialina y lisozima.
La amilasa es la primera enzima que comienza la digestión química del alimento, concretamente del almidón, un polisacárido que abunda en alimentos como la patata, el pan o el arroz. También el páncreas produce amilasa, presente en el jugo pancreático, para completar en el intestino (duodeno) la digestión del almidón.
La lisozima es una enzima que está presente en la saliva y también en las lágrimas, el bazo, los pulmones, los leucocitos, el plasma, y en los cartílagos, actuando como una barrera frente a las infecciones.  Es muy abundante en la clara del huevo.
La mucina es una glicoproteína que tiene como misión dar a la saliva un carácter lubricante y viscoso, ejerciendo, además, una acción protectora al formar una película sobre los dientes.
Los iones Ca2+ y PO43- tienen importancia en el mantenimiento del esmalte de los dientes ya que la superficie del cristal de hidroxiapatita que lo recubre es sensible a los cambios en la composición de la saliva y está sometida a una reconstrucción continua.
La saliva se forma en órganos que en su conjunto se conocen como glándulas salivales.
Las glándulas salivales mayores poseen conductos excretores bien definidos y se localizan bilateralmente en zonas definidas dentro de la cavidad bucal; la glándula parótida, la submaxilar y la sublingual. Estas glándulas son responsables de la mayor parte de la secreción de saliva. Numerosas glándulas salivales menores, repartidas a lo largo de toda la mucosa de la boca, secretan la saliva restante (el 7%). La mucina no es segregada por la glándula parótida.  
La saliva es esencial para el sentido del gusto. Las papilas gustativas se esconden en surcos profundos y estrechos de la lengua a los que no pueden llegar los compuestos aromáticos secos o abultados. Los diversos receptores de nuestras papilas gustativas sólo enlazan moléculas pequeñas e iones, no largas cadenas de moléculas (polímeros).
La disolución del alimento en la saliva o su descomposición por la acción enzimática permite a la partícula alimenticia alcanzar las papilas gustativas que catalogarán la idoneidad del alimento. Por esta razón, una molécula de fécula, aunque esté formada por millones de azúcares individuales (monosacáridos), no tiene sabor dulce hasta que no se produce la hidrólisis catalizada por la enzima amilasa.
La saliva tiene un pH próximo a 7, que puede oscilar de 6,6 a 7,4 y que deriva al máximo valor alcalino ante el estímulo de la comida. Diversas sustancias le confieren un carácter tampón, es decir, regulador del pH. Valores mantenidos de pH alto en la boca (básicos o alcalinos) producen depósitos de sarro; valores bajos (ácidos) son causa de caries.
DIGESTIÓN ESTOMACAL
Cuando el bolo alimenticio llega al estómago (de litro y medio de capacidad), se producen en éste movimientos peristálticos que lo mezclan con el jugo gástrico.
El jugo gástrico contiene ácido clorhídrico (HCl), moco, enzimas digestivas y una glicoproteína llamada factor intrínseco (FI). Las enzimas que se encuentran en el jugo gástrico son diversas; destacan:
Pepsina: Es la enzima más importante. Tiene un precursor llamado pepsinógeno que es inactivo, hasta que en presencia del HCl se transforma en pepsina, enzima que actúa sobre las proteínas rompiendo algunos enlaces peptídicos, especialmente en los compuestos aromáticos (fenilalanina y tirosina). Para que la pepsina alcance la efectividad óptima, el pH del HCl debe descender a valores entre 1.5 y 2.2, es decir, ha de ser muy ácido.
Pepsina B5: Muy semejante a la pepsina que actúa a un pH más elevado, de valor 3. Su rendimiento es menor que el de la pepsina en los adultos, pero en los niños que aún no tienen una secreción completa de HCl, su acción tiene mayor importancia.
Amilasa: Su fuente está en la saliva y actúa sobre los almidones. Su actividad en el estómago perdura de 15 a 30 minutos hasta que se inhibe al alcanzar el jugo gástrico un elevado grado de acidez. La conversión de almidones en disacáridos es del 70%.
El factor intrínseco (FI) es una glicoproteína necesaria para absorber la vitamina B12, que es esencial para el desarrollo normal de las células rojas de la sangre. Con la edad, como otros muchos factores, los niveles de FI disminuyen.
El moco es de carácter alcalino; protege las diversas partes del estómago de la acción del ácido clorhídrico.                 
El componente más abundante del jugo gástrico es el ácido clorhídrico (HCl). La observación de la comida y su degustación en la boca estimula la secreción de gastrina, que a su vez induce la formación de unos 100 mL de HCl. Con la llegada del alimento al estómago, el volumen de ácido se incrementa hasta unos ¾ de litro, volumen suficiente para la digestión efectiva del contenido estomacal.
Los movimientos peristálticos, con cada onda, van expulsando por la pequeña abertura del píloro pequeñas porciones de alimento que pasan al duodeno. El tiempo necesario para vaciar el estómago ronda las tres horas, pero puede variar. La entrada de grasas, ácidos o soluciones muy concentradas (más que el plasma) en el duodeno estimula la producción de la enterogastrona y la secretina que disminuyen la secreción gástrica en el estómago hasta suprimirla.
DIGESTIÓN INTESTINAL
El tubo digestivo, de unos siete metros de largo, aunque muy replegado sobre sí mismo se prolonga a la salida del estómago con el intestino delgado. El intestino delgado se inicia en el píloro, es de longitud variable y su calibre disminuye progresivamente desde su origen hasta la válvula ileocecal, que da inicio al intestino grueso.
En su primera porción o duodeno (30 cm), recibe secreciones de las glándulas intestinales, la bilis y los jugos del páncreas. Todas estas secreciones contienen una gran cantidad de enzimas que degradan los alimentos y los transforman en sustancias solubles simples.
El hígado es la mayor víscera del cuerpo; pesa 1500 gramos y consta de dos lóbulos. Las vías biliares son las vías excretoras del hígado; por ellas la bilis es conducida al duodeno. Normalmente salen dos conductos: derecho e izquierdo, que confluyen entre sí formando un conducto único: el conducto hepático, que recibe un conducto más fino, el conducto cístico, que proviene de la vesícula biliar alojada en la cara visceral de hígado. De la reunión de los conductos cístico y hepático se forma el colédoco, que desciende al duodeno, donde desemboca junto con el conducto excretor del páncreas. La vesícula biliar es un reservorio de bilis. Contiene unos 50-60 cm3 de bilis. Es de forma ovalada o ligeramente piriforme y su diámetro mayor es de unos 8 a 10 cm.
El páncreas es una glándula íntimamente relacionada con el duodeno.
La mucosa del intestino delgado realiza dos tipos de secreciones con dos funciones distintas: por una parte, licuar y disolver el contenido intestinal, disminuir su acidez y secretar enzimas digestivas y mucus, que será abundante en el caso de daño a la mucosa; por otra, controlar la digestión, regulando la velocidad de tránsito y las secreciones digestivas. Realmente, la mayor proporción de la secreción que aparece en el intestino, procede de la secreción pancreática y de la secreción biliar, las cuales se vierten por el mismo lugar al duodeno. La secreción del páncreas es rica en enzimas digestivas, fundamentales para la digestión intestinal y la secreción biliar es esencial para la digestión de las grasas.
La mucosa del intestino delgado secreta pocas enzimas digestivas; la más importante es la enteroquinasa, activadora del pepsinógeno secretado por el páncreas. A lo largo de todo el intestino hay segregación de serotonina, un neurotransmisor calmante.  Al llegar al intestino delgado, los péptidos que se producen en el estómago por acción de la pepsina sobre las proteínas, son fragmentados a oligopéptidos y aminoácidos libres por acción de las proteasas de origen pancreático: la tripsina, la quimotripsina, la elastasa y las carboxipeptidasas A y B.
La región duodenal secreta bicarbonato, procedente de la mucosa, en respuesta a un contenido ácido, favoreciendo esta acción el glucagón y las prostaglandinas. Ante la presencia de carbohidratos, proteínas o grasas se segregan diversas glucosidasas, peptidasas y estearasas.
La digestión de las grasas se produce de forma eficaz y casi completa en el intestino delgado. El estómago interviene en el proceso de digestión de las grasas debido a su acción agitadora, que ayuda a crear emulsiones. Las grasas que entran en el intestino se mezclan con la bilis y posteriormente se emulsionan. La emulsión es entonces tratada por las lipasas segregadas por el páncreas.
El yeyuno-íleon es una parte del intestino delgado que se caracteriza por presentar unos extremos relativamente fijos: el inicio, que se corresponde con la terminación del duodeno y el final, con la válvula ileocecal y primera porción del ciego. Su calibre disminuye lenta pero progresivamente en dirección al intestino grueso. El límite entre el yeyuno y el íleon no es apreciable.
El intestino delgado presenta numerosas vellosidades intestinales que aumentan la superficie de absorción intestinal de los nutrientes. Las células epiteliales que recubren estas vellosidades tienen un número aún mayor de microvellosidades. Son las vellosidades y las microvellosidades las que permiten que en una pequeña porción de tubo digestivo se absorba una gran cantidad de nutrientes. Las vellosidades en el yeyuno son mucho más largas que en el duodeno o el íleon. El transporte de nutrientes de las células epiteliales a través del yeyuno y el íleon incluye el transporte de fructosa, glucosa, aminoácidos y péptidos pequeños. El ácido fólico, metabolito esencial del ciclo celular, es absorbido principalmente a este nivel del intestino delgado.
La válvula ileocecal obstaculiza el vaciamiento demasiado rápido del intestino delgado e impide el reflujo del contenido del intestino grueso al intestino delgado. El intestino grueso o colon se inicia a partir de la válvula ileocecal en un fondo de saco denominado ciego de donde sale el apéndice vermiforme y termina en el recto después de recorrer una fase ascendente, otra transversa y otra descendente. Su longitud es variable, entre 120 y 160 cm, y su calibre disminuye progresivamente, siendo la porción más estrecha la región donde se une con el recto donde su diámetro no suele sobrepasar los 3 cm, mientras que el ciego es de 6 o 7 cm. Se suele decir que la principal función del intestino grueso, junto con la absorción de agua, es la formación, transporte y evacuación de las heces. En el ciego y el colon ascendentes, las materias fecales son casi líquidas y es allí donde se absorbe la mayor cantidad de agua y algunas sustancias disueltas, pero también en regiones más distales (recto y colon sigmoideo) se absorben líquidos. Es en el colon donde prolifera la flora bacteriana que utiliza como sustrato alimenticio principal la fibra contenida en los alimentos.
Hoy se considera el colon como el órgano metabólicamente más activo del cuerpo humano, ya que en el habitan más de diez billones de bacterias por gramo de heces, estando identificadas más de 200 especies diferentes. Coexisten especies beneficiosas, como bifidobacterias o lactobacilos, con otras especies de carácter nocivo. La alimentación puede modificar la composición de la flora intestinal. Aquellos alimentos que incorporan bacterias beneficiosas, como yogures y leches fermentadas, se denominan “probióticos” y el alimento que estos precisan, la fibra principalmente, “prebióticos”.
La flora bacteriana es importante por su influencia sobre el sistema inmunitario, la síntesis de vitaminas del grupo B, la regulación metabólica de los ácidos biliares y del colesterol y la formación de ácidos grasos de cadena corta por su función de transporte de iones, entre otras.

La complejidad del proceso digestivo
LA VITAMINA B12
Sirva como ejemplo, el proceso que sigue esta vitamina para ser asimilada:
La vitamina viene acompañada de las proteínas correspondientes a su fuente de origen. En el proceso de masticación y formación del bolo alimenticio se segregan en la boca, por acción salival, unas proteínas R, proteínas especiales, como la cobalofilina, que entrarán en función posteriormente.
Con el bolo alimenticio en el estómago, la pepsina estomacal libera la vitamina de las proteínas que la acompañan. Entonces la vitamina se une a las proteínas R generadas en el paso anterior. En el estómago está presente el Factor Intrínseco, que será la siguiente proteína de unión y que aparece como respuesta a la ingesta de alimentos.
La vitamina, unida ahora a las proteínas R, pasa al Duodeno donde las proteasas la liberan nuevamente, uniéndose entonces al Factor Intrínseco y formando el complejo Vitamina+FI. Este complejo continúa su camino por el Yeyuno y, continuando por el intestino delgado, alcanza el Íleon, donde los enterocitos reconocen el complejo y absorben finalmente la vitamina pasándola al flujo sanguíneo.
Para que todo este proceso alcance buen puerto, debe realizarse una lenta masticación para que el bolo esté bien impregnado de las proteínas R, el estómago deberá gozar de buena salud generando la acidez necesaria y liberando el FI, el páncreas deberá garantizar la adecuada secreción enzimática y el intestino delgado deberá estar exento de inflamación.
Solo la existencia de una inteligencia que actúe sobre los procesos metabólicos puede justificar la perfección y armonía en los resultados de las múltiples y variadas reacciones que tienen lugar en y entre las distintas partes que constituyen el cuerpo humano.
Las principales fuentes de vitamina B12 se encuentran en las carnes, especialmente en el hígado, en los pescados azules, donde destacan las sardinas. En menor cantidad se encuentra en el huevo, con mayor proporción en la yema.
La carencia de vitamina B12 parece que produce anemia y trastornos neuronales.

¿SOMOS OMNÍVOROS?
Nuestra cultura nos enseña que el ser humano es omnívoro. Por el contrario, Sri Yukteswar, en su libro “La Ciencia Sagrada”, publicado en 1894, justifica, en base a la naturaleza del aparato digestivo y de la dentadura, que el ser humano es frugívoro.
En el cuadro siguiente pueden apreciarse similitudes y diferencias entre los distintos grupos.
 El intestino humano es excesivamente largo para poder evitar la putrefacción de las proteínas provenientes de la carne antes de su excreción. Los carnívoros poseen un estómago simple, un intestino más corto, caninos prominentes para sujetar la presa y sus molares son cizallas que desgarran la carne. El oso, un omnívoro, incorpora molares que permiten la masticación. Los rumiantes herbívoros carecen de caninos, poseen grandes incisivos y enormes muelas que trituran longitudinal y transversalmente, estómago compuesto, colon complejo y larga digestión. Diferenciándose de los anteriores, los seres humanos y frugívoros comparten múltiples propiedades como estómago con duodeno, secreciones salivales, tiempo de digestión, naturaleza del colon o necesidad de fibra para estimular el peristaltismo.
La aparición de los cereales, indica Sri Yukteswar, es reciente y el ser humano aún no está adaptado al consumo de almidones complejos.
Confirmar que el ser humano es frugívoro solo requiere seguir una dieta equilibrada de estas características y observar los resultados. Ahora bien, poder seguir una dieta vegetariana que sea equilibrada requiere conocimientos correctos sobre nutrición, ya que es muy corriente encontrar personas que creen seguir una dieta muy saludable, por ser totalmente vegetariana, pero que, al ser excesivamente rica en carbohidratos, deficitaria en proteínas y rica en ácidos grasos omega-6, puede conducir, con el tiempo, a la adquisición de diversas enfermedades como cáncer, depresión, resistencia a la insulina, obesidad o acidosis crónica.


GÉNESIS 29
Y dijo Dios: “Ved que os doy cuantas plantas de semillas hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles frutales que tienen semilla para que os sirva de alimento


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